El 10 de junio, Salvador Zúniga, un dirigente social e indígena, fue atacado en La Esperanza, Intibucá, mientras defendía a unos niños que estaban siendo agredidos por activistas del Partido Nacional. Los activistas estaban obligando a cinco estudiantes a dar declaraciones ante los medios en el contexto de protestas por el derecho a la salud y educación.
Zúniga, fundador de la Coordinadora Indígena del Poder Popular-Honduras (CINPH), denunció que los activistas secuestraron a los niños y los obligaron a disculparse públicamente. Durante el incidente, Zúniga fue agredido físicamente, incluso después de mostrar su carnet de defensor de derechos humanos. La turba estaba compuesta por empleados del gobierno y apoyada por el ejército y la policía.
Este ataque es parte de un patrón de violencia contra defensores de derechos humanos en Honduras, similar a un incidente anterior en el que Olivia Marcela Zúniga Cáceres, hija de Salvador Zúniga y la asesinada líder Berta Cáceres, fue agredida por activistas del mismo partido.
Zúniga ha pedido que esta denuncia sea conocida a nivel nacional e internacional, y ha expresado su esperanza de que la dictadura y la impunidad en el país lleguen a su fin.